Un impulso a los cerebros del futuro

Fulvio Amato estudia cómo reducir la contaminación de las pastillas de freno. FUNDACION BBVA
Fulvio Amato estudia cómo reducir la contaminación de las pastillas de freno. FUNDACION BBVA

Acelerar contamina, pero frenar también. El desgaste de las pastillas de freno es un proceso altamente contaminante porque crea entre un 5% y un 10% de las partículas en suspensión capaces de penetrar en el tórax por respiración -conocidas como PM10-, de gran tamaño y toxicidad. Fulvio Amato, investigador postdoctoral Juan de la Cierva en el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Barcelona, logró identificar esta fuente de sustancias nocivas. Ahora el siguiente paso es poner solución al problema. Por suerte, cuenta con ayuda.

Amato es uno de los 60 beneficiarios de la tercera edición de las Ayudas a Investigadores y Creadores Culturales que otorga la Fundación BBVA. El programa, que cuenta con un presupuesto total de 2.200.000 euros -unos 40.000 euros cada una-, apoya a profesionales en un estadio intermedio de su carrera, productivos e innovadores y con una amplia experiencia internacional pero sin una situación laboral consolidada.

Investigar para el día a día

El proyecto de Amato tiene nombre propio: Eco-BRAKE. Su propósito es reducir la cantidad de materiales tóxicos como el cobre o el antomonio -que se emplean como elemento de fricción y como lubricante, respectivamente- por otros más ecológicos, dados sus efectos negativos sobre la salud y el medio ambiente. “El cobre provoca daño oxidativo en los sistemas respiratorio y cardiovascular. El óxido de antimonio que se genera tras cada frenada, por su parte, está catalogado como posible cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud“, explica Amato.

Francisco David Denia, profesor titular de la Universidad Politécnica de Valencia, cuenta con otra de las ayudas. Con el apoyo económico recibido dará continuidad a una línea de investigación de desarrollo de sistemas de reducción y control de ruido en vehículos gracias a nuevos materiales. En automóviles, el principal elemento encargado de disminuir el impacto acústico a velocidades de hasta 50 o 60 kilómetros por hora es el silenciador de la línea de escape, y a él se dirigen todos sus esfuerzos. “Tradicionalmente se han empleado fibras que absorben el ruido, como la de vidrio. Sin embargo, la alta temperatura y la alta velocidad a la que salen los gases hacen que se liberen pequeñas partículas que pueden ser cancerígenas o causar daños en el sistema respiratorio”, cuenta Denia.

Investigar para legislar

Sucede que las emisiones debidas al desgaste de frenos, neumáticos y pavimentación -ricas en compuestos tóxicos- no están reguladas; la excepción la encontramos en los estados de Washington y California (Estados Unidos), que limitan el uso de cobre en los frenos. De ahí, valora Amato, la importancia de proyectos como el suyo: “La política llega más tarde, después de años de investigación. Aún no hay una evidencia científica abundante sobre los efectos de estos compuestos en la salud pública y, además, existe una laguna de conocimiento tecnológico porque aún no se sabe qué elementos químicos los podrán sustituir. Nuestro estudio proporcionará información en este sentido”.

Algo similar ocurre con los dispositivos encargados de reducir el ruido en los vehículos. “Así como hay mucha normativa en relación con los gases procedentes de la combustión, este ámbito está menos regulado. Es un tema controvertido.Existen sospechas pero la comunidad médica aún necesita reunir las evidencias suficientes”, explica Denia.

Álvaro Aytes busca nuevas terapias contra el cáncer de próstata. FUNDACIÓN BBVA
Álvaro Aytes busca nuevas terapias contra el cáncer de próstata. FUNDACIÓN BBVA

Investigar para curar

Amato y Denia son dos de los 60 seleccionados para disfrutar unas ayudas que solicitaron cerca de 1.800 investigadores y creadores. Proceden de áreas tan diversas como la investigación del cáncer, la enfermedad cardiovascular, la protección del medio ambiente o la recuperación del patrimonio musical.

En esta primera trabaja Álvaro Aytes, investigador principal en el Instituto Catalán de Oncología, donde estudia los mecanismos moleculares responsables del cáncer de próstata resistente a la terapia, la principal causa de mortalidad en este tipo de patología. “El problema aparece, para algunos pacientes, cuando por motivos que cada vez conocemos mejor, las células del cáncer de próstata dejan de responder a terapias que básicamente tratan de reducir los niveles de testosterona y de actividad de su receptor, el receptor de andrógenos”, explica Aytes.

Sus estudios han identificado una serie de proteínas que parecen interactuar con el receptor de andrógenos -la diana terapéutica por excelencia-, “por lo que su inhibición podría potenciar el efecto de las drogas que ya usamos actualmente pero para las cuales observamos adquisición de resistencia”, apunta. Un proyecto que se hubiese resentido sin esta ayuda, destaca Aytes: “Esta beca me va a permitir sufragar una parte importante de mi primer estudiante de doctorado, algo fundamental a la hora de que los proyectos tiren para delante”.

Al autismo se dedica Olga Peñagarikano, investigadora Ramón y Cajal en el Departamento de Farmacología de la Universidad del País Vasco. Pretende averiguar si la falta de oxitocina en el periodo perinatal -los días anteriores o posteriores al parto- provoca inmadurez del sistema neuronal y, en consecuencia, autismo. De confirmarse, podrían abrirse líneas de investigación para desarrollar terapias contra una enfermedad que afecta a uno de cada 68 nacidos.

“Podría convertirse en una ayuda diagnóstica, pero no es probable que sea la única prueba”, reconoce Peñagarikano, y enumera como razones la propia complejidad del autismo y la falta de más estudios de investigación en esta línea.

“Desde los años 90, los mayores esfuerzos se han concentrado en encontrar los genes asociados a la enfermedad. Hoy en día sabemos que son cientos los que contribuyen a su desarrollo, junto con factores ambientales. Sin embargo, aún nos queda por conocer cuáles son los mecanismos moleculares responsables de la misma para desarrollar terapias farmacológicas dirigidas a tratar la neurobiología asociada a la enfermedad y no simplemente la sintomatología“, señala Peñagarikano.

Para esta investigadora, la combinación de estudios realizados tanto en humanos como en modelos animales es crucial. “En 2011 publicamos en la prestigiosa revista Cell la caracterización del que fue probablemente el primer modelo de ratón de autismo con alta relevancia traslacional”, indica Peñagarikano, que considera que una de las razones de la falta de tratamientos efectivos para el autismo es la falta de modelos animales que repliquen los síntomas de la enfermedad.

Variedad de proyectos

La investigación biomédica o la ambiental no son las únicas ramas que se benefician de estas ayudas. El campo de las humanidades está representado con proyectos como la aproximación a la visión del mundo islámico a través del arte hispánico de los siglos XV al XVII o el desarrollo de un sistema capaz de traducir de forma automática expresiones difíciles del lenguaje porque presentan un alto grado de ambigüedad.

Mientras que en el campo de las ciencias de la información, por citar otro ejemplo, los proyectos van desde el análisis del impacto emocional y de atención que provoca el sonido de producciones audiovisuales y videojuegos en niños en edad escolar hasta cómo influyen las conversaciones en redes sociales en la reputación de las empresas. Diferentes ámbitos pero un mismo objetivo: investigar para seguir avanzando.