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Izpisúa What if the organs regenerated?
El catedrático de Biología ha hecho historia Los científicos han reconstituido tejido cutáneo en un ratón. Este avance beneficiará a pacientes con grandes úlceras y podría revolucionar el mundo de los trasplantes.
Izpisúa lo ha vuelto a hacer. El farmacéutico español, especialista en Biología del Desarrollo, ha logrado curar úlceras cutáneas provocadas por quemaduras graves y enfermedades crónicas regenerando la piel del paciente mediante un procedimiento de programación celular in vivo. Lo extraordinario de este logro es que abre la puerta a reconstituir órganos sin necesidad de recurrir a trasplantes. El grupo internacional de investigadores, liderado por el catedrático de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM), ha logrado marcar un antes y un después en la historia de la medicina. Por ahora, el procedimiento se ha llevado a cabo con éxito en ratones.
«Nuestras observaciones constituyen una prueba de concepto para la regeneración in vivo de un tejido tridimensional completo como la piel, no solo diferentes tipos de células aisladas como se ha hecho anteriormente», indica el profesor Izpisúa Belmonte, que actualmente trabaja en el Laboratorio de Expresión Genética del Instituto estadounidense de Salk. Este equipo de expertos ha desarrollado una técnica para convertir las células de una herida abierta en nuevas células de la piel. Este mecanismo se basa en la reprogramación celular hasta un estado similar al que se observa en las células madre.
Los principales beneficiados de este gran avance serán aquellos que sufran úlceras cutáneas grandes, bien sean producto de quemaduras graves o de enfermedades crónicas como la diabetes. Así, es posible que la reconstrucción por medio de cirugía plástica pase a formar parte del pasado. Hasta ahora, la forma de tratar las úlceras en la piel era trasplantar tejido cutáneo de otro lugar del cuerpo del herido, un procedimiento que se complica cuando hay una gran superficie dañada. ¿Qué se hace entonces en esos casos? Aislar células madre de la piel del paciente, hacerlas crecer en el laboratorio e injertarlas de nuevo, un proceso muy dilatado en el tiempo y que en muchos casos pone en riesgo la vida del enfermo.
Así, el objetivo que perseguían los científicos con este nuevo abordaje era acortar los plazos y mejorar los índices de supervivencia en estos casos. Los expertos consiguieron «una piel más natural generada por el propio organismo, que es funcionalmente distinta a la producida “in vitro” en el laboratorio». Para ello, reprogramaron en la úlcera las mismas células del tejido conectivo en queratinocitos valiéndose de cuatro proteínas claves. Después, por medio de un virus las transmitieron de nuevo a la úlcera. Consiguieron que creciera piel sana en un plazo de 18 días.
Además, es posible que los logros vayan aún más allá: en un futuro también se podría utilizar esta técnica para curar otros daños cutáneos, para contrarrestar los efectos del envejecimiento o para ayudar a los expertos a comprender mejor el cáncer de piel y así acercarse a su cura definitiva. Sin embargo, los científicos aún se muestran cautos: «Antes de ir a la clínica hay que hacer más estudios sobre la seguridad a largo plazo de este enfoque y mejorar su eficiencia», apunta Masakazu Kurita, otra de las coautoras del trabajo.
«Este conocimiento podría ser útil no solo para mejorar la regeneración de la piel, sino también para diseñar estrategias regenerativas in vivo en otras situaciones patológicas humanas en las que pueda estar implicada la reparación de un tejido o también durante el envejecimiento», añade Izpisúa, que es el autor del artículo que publicó ayer «Nature». El profesor también reconoció estar «muy ilusionado» porque se trata de un abordaje del problema «con el que siempre hemos soñado».