De científico anónimo a candidato Español al Nóbel

El investigador alicantino Francis Mojica sentó las bases sobre las que se desarrollaría la técnica de edición genética más importante de la historia. CRISPR ya ha revolucionado la medicina y la biotecnología y promete curar enfermedades como el cáncer y el alzhéimer

Francis Mojica (Elche, 1963) ha pasado de ser un investigador desconocido a figurar en todas las quinielas de los premios Nobel de ciencia. La culpa la tiene un microorganismo que habita los marjales de Santa Pola (Alicante), en cuyo genoma el científico encontró las bases que darían lugar a la técnica CRISPR. Esta herramienta de edición genética, la más potente jamás descubierta, es aplicable a campos como el de la agricultura, ganadería, biotecnología y medicina.

“Mientras hacía mi tesis doctoral en 1992 tropezamos con unas regiones del genoma de estos microorganismos que se repetían muchas veces”, explica Mojica a El Confidencial. El investigador bautizó estas secuencias con el acrónimo CRISPR (del inglés, ‘clustered regularly interspaced short palindromic repeats’). Años más tarde descubrió que estas componían un sistema de inmunidad adaptativa: gracias a ellas, estos procariotas podían sobrevivir en un ambiente tan poco acogedor para la vida como son las salinas.

El descubrimiento no tuvo mayor repercusión fuera de la microbiología hasta que, en 2012, las investigadoras Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna desarrollaron la herramienta genética que hoy se considera uno de los descubrimientos del siglo. ¿El motivo? La posibilidad de editar el genoma de cualquier ser vivo. Gracias CRISPR se ha logrado, por ejemplo, eliminar fallos genéticos en embriones humanos. Pero la historia tampoco termina aquí.

“En el futuro se espera que esta técnica pueda curar enfermedades en humanos”

Mojica no disimula su sorpresa ante el potencial de CRISPR: “Cada dos meses sale una nueva aplicación. Es una mina, es inimaginable. ¡Una barbaridad!”. Conocer las causas de enfermedades, modificar errores genéticos que dan lugar a enfermedades heredables y eliminar virus que infectan células animales son algunos de los hitos logrados gracias a esta herramienta. “En el futuro se espera que esta técnica pueda curar enfermedades en humanos”, añade el investigador en referencia a males como el cáncer y el alzhéimer.

La técnica CRISPR nació como un ‘corta y pega’ de ADN, pero sus aplicaciones han sobrepasado todas las expectativas. “Se puede usar para almacenar información dentro de seres vivos. Puedes ‘tomarte’ una bacteria que registre qué pasa en su recorrido por tu tracto digestivo, como si fuera un espía”, dice Mojica.

La lista continúa: “Después de sorprenderte con todo esto, miras otro sistema CRISPR y resulta que puede editar el ARN en lugar del ADN, lo que permite paliar enfermedades sin generar cambios permanentes en la célula”, continúa Mojica. Gracias a ello se han desarrollado sistemas de diagnóstico para detectar virus como el del sida o el dengue y hasta células cancerígenas “con gran sensibilidad, en segundos y por dos euros”.

Una mina sin fin

Mojica asegura que la mina de CRISPR tardará décadas en agotarse. “Solo conocemos el 0,1% de la microbiología del planeta y hemos desarrollado una barbaridad de aplicaciones. Si pensamos en todos los sistemas CRISPR distintos a los conocidos que quedan por descubrir… esto no tiene fin”.

“Esta es una ocasión única para llamar la atención de la sociedad y que vean en nuestro país el valor enorme que tiene la investigación”

La revolución CRISPR, nacida en las salinas de Santa Pola, subraya la importancia de la ciencia básica como motor del desarrollo. “Esta es una ocasión única para llamar la atención de la sociedad y que vean en nuestro país el valor enorme que tiene la investigación. Hace falta, y pocas veces se ve de una forma tan clara y evidente”.

Mojica admite que no imaginaba semejante repercusión. “Teníamos muy claro que [las secuencias CRISPR] tenían un enorme potencial para la microbiología. De ahí a desarrollar las herramientas más potentes, eficaces, precisas, económicas y sencillas que ha conocido la humanidad hay un abismo. No podíamos ni imaginar que esto iba a llegar donde ha llegado… ¡y mucho menos donde va a llegar!”.

El interés desatado por CRISPR ha convertido a Mojica en una ‘superestrella’ de la ciencia, un divulgador de la tecnología muy solicitado, dentro y fuera de España. Desde 2016, ha recibido reconocimientos tan prestigiosos como el Albany Medical Center Prize que otorga anualmente el centro del mismo nombre y que cuenta con un premio de 500.000 dólares.

Ni Mojica ni las CRISPR han ganado un premio Nobel, a pesar de que ambos aparecen en la lista de favoritos desde hace dos años

Lo que todavía no han ganado Mojica ni las CRISPR es un premio Nobel, a pesar de que ambos aparecen en la lista de favoritos desde hace un par de años. “Tienen que dárselo”, dice convencido. El investigador asegura que es difícil saber quién lo recibirá, debido a la larga lista de nombres que hay tras este hito: “A quien se lo den tiene poca importancia, todos los que trabajamos en el campo nos sentiremos recompensados”.

El boom de CRISPR ha alejado a Mojica de su laboratorio y, aunque encantado con la repercusión internacional de su trabajo, lamenta no poder dedicar más tiempo a sus proyectos. “Queda mucho por investigar”, asegura sobre las secuencias que descubrió hace un cuarto de siglo. Esto no impide que su equipo también estudie otros temas: en la actualidad, intentan utilizar los componentes con los que los virus matan a las bacterias para desarrollar una alternativa a los antibióticos tradicionales.