Investigadores de la Universidad de Londres han identificado dos biomarcadores que permiten detectar en fluidos biológicos la enfermedad de Huntington antes de que se manifiesten los primeros síntomas.
La enfermedad de Huntington es un trastorno neurodegenerativo progresivo caracterizado por la pérdida de control de los movimientos y la aparición de diversos problemas cognitivos y emocionales. En la actualidad no existe una cura para la enfermedad de Huntington, por lo que, una vez se inicia, normalmente a los treinta o cuarenta años de edad, progresa hasta que los pacientes necesitan asistencia completa y finalmente fallecen.
La mayor parte de la investigación en enfermedad de Huntington con pacientes, así como los ensayos clínicos, se realizan una vez han empezado a manifestarse los primeros síntomas de la enfermedad. Esto ha permitido poder establecer diversos marcadores clínicos o de neuroimagen que proporcionan información de la progresión de la enfermedad. Sin embargo, todavía no se dispone de marcadores moleculares que informen de lo que ocurre a nivel celular.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Londres ha abordado este problema y encontrado evidencias de la utilidad de dos biomarcadores para el Huntington que pueden ser analizados tanto en líquido cefalorraquídeo como en plasma sanguíneo.
El primero de ellos es la causa molecular de la enfermedad, la proteína huntingtina mutante. La enfermedad de Huntington está causada por la expansión de un fragmento del gen HTT que codifica para la proteína huntingtina. Esta mutación lleva a la producción de proteína huntingtina mutante más larga de lo normal, que es degradada en fragmentos más pequeños que se aglomeran, acumulan y resultan tóxicos para las neuronas, llevando a su muerte progresiva. Estudios previos, habían mostrado que la huntingtina mutante puede ser detectada en líquido cefalorraquídeo pero no se había analizado su sensibilidad clínica ni si los resultados eran reproducibles en sangre.
El segundo biomarcador es la proteína del neurofilamento, un componente de la estructura interna celular cuya presencia en plasma sanguíneo y líquido cefalorraquídeo refleja daño neuronal.
Los investigadores analizaron los niveles de proteína huntingtina mutante y proteína neurofilamento en personas portadoras de mutaciones en el gen HTT y en personas sin la mutación y los contrastaron con información clínica y de neuroimagen. Esta aproximación permitió encontrar que ambos tipos de información, bioquímica y clínica o de imagen correlacionaban de forma positiva. Además, las dos moléculas analizadas mostraron su utilidad como biomarcadores: los niveles de proteína huntingtina mutante en líquido cefalorraquídeo permitieron distinguir entre personas portadoras de la mutación y personas con copias normales del gen HTT, mientras que los niveles de proteína neurofilamento en plasma o líquido cefalorraquídeo permitieron distinguir entre pacientes que manifestaban la enfermedad y portadores que aún no habían desarrollado síntomas.
De todas las medidas evaluadas, los investigadores encontraron que el análisis de neurofilamento es el que mejor refleja el desarrollo de la manifestación de síntomas clínicos y atrofia. Respecto a la presencia de huntingtina mutante, esta podría resultar de gran utilidad para evaluar la efectividad de diversas terapias a reducir o bloquear la producción de proteína anómala responsable de la enfermedad.
“Hemos encontrado que el análisis de sangre podría ayudar a identificar grupos de gente con neurodegeneración muy temprana para ayudarnos a llevar a cabo ensayos clínicos de fármacos para prevenir los síntomas”, indica Ed Wild, del Instituto de Neurología del University College of London. “Nos sorprendió encontrar que los análisis de sangre recogen los signos incluso antes de que se observen evidencias de neurodegeneración en los escáner de cerebro.
Si bien los resultados del trabajo, publicado en Science Translational Medicine, son muy prometedores, los investigadores reconocen que todavía serán necesarios más estudios para confirmar su utilidad clínica y poderlos implementar en el cuidado de los pacientes con Huntington o los portadores de la enfermedad.
“Vivimos en un momento de increíbles avances en el campo de la neurodegeneración, y la investigación en enfermedad de Huntington está sentando el camino hacia intervenciones que pueden cambiar la vida de las personas”, ha señalado Filipe Brogueira Rodrigues, investigador del Instituto del University College London y autor del trabajo. “Desarrollar herramientas para rastrear cambios biológicos y clínicos e identificar candidatos para participar en ensayos clínicos e vital para el éxito de estos ensayos”.