El linfoma es un cáncer que afecta a los linfocitos, un tipo de glóbulo blanco. La enfermedad se origina en un órgano linfático (ganglio linfático, bazo o médula ósea) antes de extenderse a través de la sangre para infiltrarse no solo en otros órganos linfáticos sino también en otros tejidos. Cada año, a muchas personas en el mundo, solo en Suiza cerca de 2.000, se les diagnostica linfoma, una enfermedad que puede ser muy agresiva, resistente a los tratamientos típicos con fármacos de quimioterapia.
Un nuevo avance logrado por el equipo de Thomas Matthes, de la Universidad de Ginebra en Suiza, proporciona nuevas esperanzas a los pacientes. El innovador enfoque de Matthes y sus colaboradores consiste en usar un anticuerpo capaz de neutralizar una proteína concreta para bloquear la migración de las células linfáticas, previniendo así que se desarrolle la enfermedad. Esta estrategia inmunoterapéutica aún experimental abre un camino hacia nuevos tratamientos contra el linfoma.
Los linfocitos, un tipo especial de glóbulo blanco, son componentes esenciales del sistema inmunitario. Pero como cualquier otra célula, no están a salvo de mutaciones cancerígenas que pueden causar una proliferación descontrolada. Entonces, pueden circular libremente en la sangre y dispersarse hasta el sistema linfático, causando así el linfoma.
Las células tumorales de linfoma se vuelven verdaderamente peligrosas solo cuando dejan los vasos sanguíneos y se multiplican en el sistema linfático. Dado que no pueden sobrevivir en la sangre durante mucho tiempo, estas células malignas se ven obligadas a encontrar un entorno más benigno, como el sistema linfático, donde pueden proliferar. Por eso el equipo de Matthes decidió centrarse en este talón de Aquiles, buscando un modo de mantenerlas en la sangre durante un tiempo que les resulte letal.

La pared interior de los vasos sanguíneos está formada por una capa de células endoteliales que actúa como una barrera, evitando que las células sanguíneas abandonen la circulación. Sin embargo, algunos linfocitos, al sufrir una mutación y haberse vuelto cancerosos, están equipados con un marcador superficial específico, la proteína JAM-C, presente asimismo en la superficie de las células endoteliales. Como si fuera un pase de seguridad bien falsificado, su presencia en la superficie de las células de linfoma facilita la migración de estas a través de las paredes de los vasos entre células endoteliales adyacentes.
A fin de bloquear el efecto de esta proteína, los científicos se valieron del sistema inmunitario para desarrollar un anticuerpo dirigido a JAM-C. Llamada “H225”, esta molécula fue diseñada para unirse solo a JAM-C.
En los experimentos, se constató que al enmascarar a la JAM-C, la H225 fue capaz de evitar que las células de linfoma migraran fuera de los vasos sanguíneos.